EL RETROCESO
Llamamos retroceso al giro de la blanca sobre sí misma y hacia atrás en relación al sentido de la marcha, y se produce como consecuencia de atacar la bola blanca por debajo de su centro.
La cantidad de retroceso que llevará la bola blanca inmediatamente tras el impacto con el taco dependerá de dos factores:
1. La distancia que nos separemos del centro. Cuanto más abajo toquemos la blanca, más retroceso le aplicaremos.
2. La velocidad a la que ataquemos la bola. Con la misma cantidad de retroceso, la blanca llevará más retroceso cuando sea atacada con más velocidad.
Arriba hemos especificado que mediríamos la cantidad de retroceso ‘inmediatamente’ después del impacto con el taco. ¿Por qué?
Al jugar un retroceso, tras el contacto del taco con la bola blanca, ésta sale despedida hacia delante, girando hacia atrás con más o menos giro dependiendo de la cantidad de retroceso que hayamos aplicado según lo que hemos visto más arriba. Sin embargo, y da igual la cantidad de retroceso que apliquemos, la blanca comienza a perder este retroceso desde el primer momento debido a la fricción con el paño, hasta que llega un momento en el que lo pierde totalmente y comienza a girar hacia delante, si antes no impacta con una bola, banda, etc.
Esto es visualmente fácil de comprobar para el principiante con una bola rayada. Colóquese ésta como si fuera la blanca, con la ‘raya’ atravesada con relación al sentido de la marcha, y aplíquesele retroceso a un tiro a lo largo de la mesa, sin bola objetiva. Se verá cómo la bola gira claramente hacia atrás, aunque cada vez menos, luego parece que ‘resbala’ un instante sin girar atrás ni adelante, y comienza a girar hacia adelante con naturalidad.
¿Cuánto tarda la blanca en perder el retroceso? Esto dependerá básicamente de la cantidad de retroceso que le hayamos aplicado, aunque también de la velocidad a la que se desplace la blanca.
Es lógico pensar que una bola que lleva más retroceso tarda más en perderlo. También debemos pensar que una bola que lleva más velocidad resbalará más (hará más distancia) antes de perder su giro de retroceso y comenzar a girar hacia adelante.
Una vez comprendemos todo esto, imaginemos una bola recta. ¿Qué hará la blanca tras el impacto, y suponiendo que entroneremos la bola objetiva?
1. Si la bola blanca ha perdido el retroceso por el camino, llegará girando hacia adelante y tras el choque avanzará hacia la tronera, más allá de la posición en la que se ha producido el impacto.
2. Si aún llevaba retroceso antes de impactar, en este caso saldrá hacia atrás, alejándose de la tronera y del punto del impacto, y acercándose hacia nosotros. La cantidad de espacio que recorra la blanca (tanto en este caso como en el anterior) dependerá de la cantidad de giro que lleve, y lo iremos viendo más adelante, aunque sólo con la práctica podremos comprenderlo realmente y afinarlo para sentir ese ‘toque’.
3. Pero ¿y si llega sin corrido ni retroceso? Es decir, ¿y si impacta justo en ese instante en el que resbala por el paño sin girar hacia adelante o hacia atrás? Efectivamente: en este caso la bola blanca quedará clavada justo en la posición del impacto.
¡Bien! Ya tenemos una ligera idea de cómo mover la blanca, que nos servirá al menos en algunos tiros. Pero... con los pocos tiros que en realidad se quedan ‘completamente rectos’ en una partida... ¿merece la pena conocer esto?
Pues bien, ‘esto’, que es algo tan simple, es la base fundamental, como el principiante irá aprendiendo y comprobando, de todo lo que se puede explicar y conocer en cuanto al control de la bola blanca, y nos hará falta tenerlo en cuenta y mucho en la grandísima mayoría de los tiros que se nos puedan presentar en una partida, pues, como veremos más adelante, controlar la cantidad de corrido o retroceso con el que la blanca llega al impacto será fundamental también en las bolas cortadas, o dicho de otro modo, en los tiros que no sean rectos.
Volviendo al retroceso en las bolas llenas, el principiante hará muy bien en entrenar tiros rectos, incluso cortos, para tratar de comprobar cuántas veces es capaz de clavar completamente la blanca o hacer que retroceda cinco centímetros o diez o quince a su voluntad, incluso comprobar cuánto es lo máximo que puede hacer retroceder la blanca, o la máxima suavidad (atacando más abajo) con la que puede 'sujetar' la blanca.
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